Si has oído hablar del baccarat y te suena a juego de película de James Bond… estás en lo correcto.
Pero este jueguito elegante tiene una historia muuucho más larga y con más vueltas de las que imaginas.
Vamos a darle un recorrido (sin corbata ni etiqueta, eso sí) por su origen, evolución y por qué sigue siendo uno de los favoritos en los casinos del mundo.
- Todo empezó en Italia, hace un buen…
- ¿Y qué tienen que ver los chinos y los romanos?
- Francia: la nobleza lo adopta (y lo rebautiza)
- ¿Y cómo llegó a América?
- Las Vegas le abrió la alfombra roja
- ¿Qué variantes existen?
- ¿Y cómo se juega el baccarat?
- ¿Por qué le gusta tanto a la gente?
- Tips para jugar con cabeza
Todo empezó en Italia, hace un buen…
El baccarat nació en Italia allá por el siglo XV. Se dice que fue inventado por un tal Félix Falguiere, quien lo jugaba con cartas del tarot.
En aquel entonces se llamaba baccarà, que significa “cero” en italiano, porque varias cartas (como los dieces y las figuras) valen eso: cero. Desde ahí, el juego se fue corriendo por ciudades como Nápoles, Florencia y Génova.
¿Y qué tienen que ver los chinos y los romanos?
Pues, aunque el baccarat oficialmente es italiano, hay teorías que apuntan a que pudo tener inspiración asiática y romana.
En China ya existía el Pai Gow, un juego de fichas con numeritos; y en Roma jugaban con dados de nueve caras, algo que recuerda al sistema de puntuación del baccarat. ¿Coincidencia? Puede ser.
¿Influencia? Tal vez. El punto es que el baccarat tiene más mezcla cultural que unos tacos al pastor con piña.
Francia: la nobleza lo adopta (y lo rebautiza)
Cuando Francia invadió Nápoles en el siglo XV, los soldados franceses se llevaron el juego a su tierra. Ahí fue donde le pusieron el nombre que conocemos hoy: Baccarat, con "t" al final, nomás para hacerlo más francés.
Muy pronto, se volvió el pasatiempo favorito de la alta sociedad. Aunque los casinos fueron prohibidos en 1837, el baccarat siguió jugándose en reuniones privadas y lugares clandestinos. Ya desde ahí era cosa de gente con estilo.
¿Y cómo llegó a América?
Aunque hay registros de su existencia en EE.UU. desde 1871 (gracias a un artículo del New York Times), la verdad es que el baccarat no pegó tanto al principio.
Los gringos preferían el Blackjack y los Dados. Pero todo cambió en los años 50, cuando el juego llegó a Las Vegas y se volvió el favorito de los apostadores de alto nivel.
Elegante, glamoroso y con una ventaja de la casa bajita… el baccarat llegó para quedarse.
Las Vegas le abrió la alfombra roja
En los casinos de Las Vegas, el baccarat se convirtió en sinónimo de lujo. Las mesas de este juego empezaron a ocupar lugares VIP, con cortinas, mozos, champaña y todo el show.
Los grandes apostadores lo amaban, pero también fue ganando fans entre el público general. Para muchos, era la forma más “clase alta” de pasarla bien y tratar de ganarle a la casa.
¿Qué variantes existen?
Hoy en día, el baccarat tiene varias versiones, pero la más conocida es Punto Banco (también llamada baccarat americano).
Esta variante nació en Cuba, en los años 50, y se juega en la mayoría de los casinos del mundo. Acá, tú apuestas a una de tres cosas: a que gana el jugador, a que gana la banca, o a que empatan.
Hay otras variantes como:
- Chemin de Fer: más común en Europa; aquí los jugadores se turnan para ser la banca.
- Mini Baccarat: como el clásico, pero en mesas más pequeñas y con apuestas más accesibles.
Cada variante tiene ligeros cambios en las reglas, sobre todo en cuándo se reparte una tercera carta. Pero lo básico sigue igual.
¿Y cómo se juega el baccarat?
Lo creas o no, el baccarat es uno de los juegos más fáciles de aprender en el casino. El objetivo es simple: tener una mano con un valor lo más cercano posible al 9. Así de directo.
- Cartas del 2 al 9 valen su número.
- Dieces y figuras valen cero.
- Se suman las cartas, pero solo se toma el último dígito. Ejemplo: si tienes un 7 y un 8, la suma es 15, pero el valor de tu mano es 5.
El crupier reparte dos cartas al jugador y dos a la banca. Si alguna mano tiene un 8 o 9, se gana automáticamente (a eso se le llama "natural").
Si no, hay reglas que deciden si se reparte una tercera carta. Lo mejor es que tú no tienes que hacer nada más que apostar. Fácil, ¿no?
¿Por qué le gusta tanto a la gente?
El baccarat tiene una combinación ganadora: reglas simples, sensación de lujo, buena probabilidad de ganar (cuando apuestas a la banca) y ese aire de película de espías.
Además, en Asia es un verdadero fenómeno. En Macao, por ejemplo, la mayoría de las mesas de los casinos son de baccarat. Ahí, este juego es casi religión.
Tips para jugar con cabeza
Aunque el baccarat es pura suerte, hay algunas recomendaciones para sacarle más jugo:
- Apuesta a la banca: estadísticamente, tiene una ligera ventaja.
- Evita el empate: aunque paga más, es poco probable que ocurra.
- Fíjate un presupuesto: define cuánto estás dispuesto a gastar y respétalo.
- No persigas pérdidas: si perdiste, no te obsesiones con recuperar. Mejor retírate con dignidad.
Recuerda, el baccarat es para divertirse. Si te llevas una ganancia, qué mejor. Y si no, que al menos haya valido la pena la experiencia.
¿Listo para probar suerte? Ya sabes de dónde viene el baccarat, cómo se juega y por qué ha sido el favorito de ricos, nobles y apostadores por siglos. Quién sabe, igual y tú eres el próximo en hacer historia en la mesa.